Voy a adelantar lo del miércoles, ya que mis tíos Alex y Teresa hoy han celebrado su 18 aniversario de casados y todavía perdura la anécdota de la pedida de mi tia en el caserío de mi familia materna, en que le dije: Alex o tío Alex, no me acuerdo, cásate con mi tía Teresa. A eso voy, me acuerdo perfectamente, tendría 14 años, o sea que era todo un adolescente en plena madurez.
Me vienen anécdotas de mi tío Alex. Como una vez cazando en Bakio que vimos a unos paisanos jugando con sus perros y con un jabalí. Lo tenían a modo de mascota. Recuerdo que mi tío no daba crédito y decía que no se había llevado un tiro de milagro. Y también está aquel día que me llevó con un amigo a coger setas, pero no puedo decir el sitio ya que esas cosas son secretas, y nos levantamos bien temprano. Las condiciones eran perfectas para ir a por setas, había llovido mucho, ese día hacía calor y al final no se nos dio nada mal, que más se puede pedir.
Y de mi tía Teresa qué os voy a contar. Una vez vino a San Sebastián de visita y nos dio dinero para comprar chuches, y yo me empaché. Me pasé una semana vomitando a diestro y siniestro.
También recuerdo la última vez que fui con unos amigos suyos de Bakio a coger setas y cogimos de la variedad que queríamos cero patatero, solo cogimos de otra. El caso es que nos timó, nos tuvimos que levantar todos a las 6:00 am para nada.
Son tantos recuerdos. Como cuando fuimos en su barco a Izaro a pegarnos un chapuzón que me decían mis hermanos, un tiburón, un tiburón, y yo me cagaba por la pata y subía al barco a todo correr. También está el último finde que estuvimos en Bakio en su casa cenando, como siempre digo, es mejor su casa que cualquier restaurante de 5 estrellas michelin, por decirlo de alguna forma. Bueno, ese día estuvimos en mi salsa, como digo yo, mi tía Teresa contando el embarazo de su hijo Gaizka, y mi tío Alex lo que pescaba en sus viajes a Canarias. De esos días que disfrutas y no quieres que se acaben, pues de esos.
Y hasta aquí este post. Hasta la próxima.
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