Finde del puente de diciembre. Una vez más en mi querido diario, a falta de ganas y con un poco de esfuerzo
voy a improvisar, como hago siempre. Hoy no voy a hablar de pandemias, ni de covid, ni de nada relacionado con la Navidad.
Hoy quiero hablaros de cuando empecé a hacer fotos a modo de afición yendo al Peine del Viento, que es un sitio de Donosti donde hay unas esculturas del genial escultor Eduardo Chillida que están metidas en unas rocas en el mar. Ese era mi sitio preferido, y es donde iba a hacer fotos. Me encantaba ir allí. Necesitaba ir hasta allí para coger aire y respirar alejado de todo el bullicio de la ciudad. Ver el mar me tranquilizaba mucho. Ahí es cuando me di cuenta de que necesitaba hacer fotos para retratar todo aquello que estaba viviendo, que necesitaba registrarlo con la cámara y llevarme un recuerdo de dónde había estado, porque necesito hacer fotos para expresar mis emociones.
También solía ir a un parque llamado Zubimusu que tiene unos bancos amplios y cómodos y es donde me paraba a pensar qué quería ser en la vida, o lo que me rondara por la cabeza. De ahí es cuando me vino la vena de ser fotógrafo. Es un parque semiurbano, y es mi parque favorito por su fauna, por el estanque y porque me dio las ganas de hacer algo conmigo mismo. Lo usaba a modo de inspiración. La verdad que en esa faceta de mi vida me ayudó mucho el salir a hacer fotos y ahora casi siempre estoy pensando en la fotografía. No hay nada mejor que registrar una imagen para ver lo que realmente sucede a nivel emocional, fotográficamente hablando por supuesto.
Marcos Ocio.
projecto zubimusus click aquí
Las opiniones en los comentarios del post. Y gracias por leerme.
Gracias por llegar al final. Si te ha gustado, comparte 😉